viernes, 19 de septiembre de 2008

La poética


Los trazos de la pintura revelan la historia vivida, los sueños, frustraciones y alegrías intensas.
Dos colores, (el claroscuro) son las contradicciones propias del Ser, una dualidad que convive dentro de mi en un mismo rostro, el cual observa al espectador con mirada tranquila.
Hay secretos, es verdad, pero los hay incluso para la misma autora.
Quizás el descubrimiento a través de la pintura no termina cuando se deja el pincel.
La pintura como color, como luz hacia el interior, dando forma, materia y volumen por medio de la pasta y el arrebato del pincel.
Es el Ser al desnudo como excusa de modelo, un arquetipo clásico que servirá como punto de partida y soporte para la pintura propiamente tal.

El dibujo queda reducido a un segundo plano pero no se oculta, ni se olvida. Son las huellas del transitar, de la experiencia saboreada.

Es así como voy pintando, sacando, volviendo a pintar, desdibujando y rascando, para volver a dibujar por sobre la huella de la pintura y en este transcurrir pictórico donde la imagen va formándose de una historia (la veladura del antaño, el raspaje de las yagas) y donde el punto final es incierto, realmente no puedo determinar el descenlace de la imagen así como tampoco del transcurso que sucede en mi.

Busco al retrato como materia viva que siente, imagen de mi misma con cicatrices, huellas que me hablen de mi propio pasado. Es la pintura como piel o más bien, la piel como soporte pictórico.

En la superficie la imagen es reconocible, sometida a infinitos análisis, muchas caras y también opiniones. Es la imagen sumergida en un espacio escenificado dramáticamente.

El ocultarse tras el oleo, resulta un proceso lúdico y evasivo del estar y el no estar. El mostrarse, el representarse, el revelarse, desnudarse y registrarse. La seducción narcisista aflora, corrompiendo al Ego.

Contrastar el Yo con mi otro Yo, fuera de toda mentira para que la fusión se logre dentro del lienzo. Se fija en un instante con el trazado, la mirada, el alma; el oleo se encarga de cobijar aquello que trasciende la mera representación.

La interrogada soy yo. Sufro la agonía del no saber...me retrato a partir del silencio, de la humildad y la sencillez.

La imagen revela la identidad escondida a partir de otro lenguaje, el habla a través del gesto y el color. La imagen, el gesto, la mancha me bautizan en un terreno de sensaciones.

El aprendizaje comienza con el pincel. Me observo descarnadamente; si me miento mi pintura me delatará, si soy humilde pueda ser que sea la vía catártica donde mi piel revele la historia, mi propia dialéctica vital.

El autorretrato como mapa de mi propia existencia y siento la libertad, he delegado el Yo hacia un lugar de fantasías, colores y trazos, donde reina el silencio y junto con la paz, somos soberanas.

1 comentario:

rene dijo...

Excelente blog, te felicito.