domingo, 21 de septiembre de 2008

Entrevista a Patricia Claro, Naturaleza ausente



De apariencia hiperrealista y abstractos en el corte de la mirada, los paisajes de esta pintora chilena plantean una renovación del tema desde el ilusionismo pictórico y un proceso creativo de múltiples etapas, donde generalmente son acercamientos fotográficos al agua los que manipula por medios digitales, referencias que luego le sirven para trabajar el cuadro con profusa manualidad.

Luego que en 2005 egresaras como Licenciada en artes Visuales de la universidad, estos últimos dos años han sido de intensa actividad: dos exposiciones, la realización del proyecto Fondart (Fondo Nacional de Desarrollo de las Artes), y ahora te preparas para participar en mayo en ArteBa (feria de Buenos Aires), para septiembre en muestras colectivas en Washington y Nueva York, así como para una individual durante diciembre en Galería Animal de Santiago. ¿Cómo has asimilado el rápido reconocimiento? ¿Crees que tu anterior formación en diseño, carrera que estudiaste entre 1978 y 1982, apuró de cierta manera tu madurez artística?

La decisión de haber estudiado una segunda carrera consolida una etapa de formación artística que reune en mi propuesta pictórica experiencias metodológicas aplicadas en proyectos de diseño, conocimientos de diversas técnicas experimentadas pro años en talleres de pintura y el desarrollo de un proyecto teórico en torno a mi obra que se relaciona con una mirada particular hacia el paisaje. El reconocimiento hacia mi trabajo, en estos primeros años de exposiciones, me motiva enormemente a seguir adelante en la búsqueda de esta imagen contemporánea elaborada a través de una personal manipulación de las técnicas tradicionales de pintura, y me confirma que un artista debe mostrar su obra sólo cuando realmente lo represente, aunque haya que recorres anteriormente un largo camino.

Dentro del tema del paisaje, tu pintura logra reunir dos corrientes en su principio antagónicas: el realismo y la abstracción. ¿cómo llegaste a esta simbiosis?

La representación de un detalle del paisaje, en este caso del agua y sus reflejos, implica reconstituir como un total este trozo anónimo de un lugar allí donde el mundo real termina y la tela comienza, mostrando una realidad nueva y procesada por mi mirada. Ese paisaje representado es una "idea" que finalmente se traduce en pintura pura. Es aquí donde aparece la abstracción para tensionar el límite entre lo fotografiado y lo representado, donde la estrategia es figurativa pero haciendo uso de un encuadre forzado. Así, la imagen pasa a ser una textura visual donde la luz conforma el dibujo, captando las características esenciales del modelo y alejando a la obra de lo meramente descriptivo.

Desde la imagen fotográfica hasta la obra final, ¿cómo es el proceso tanto técnico como conceptual?

Aunque exista una imagen inicialmente captada por los medios digitales, en la construcción del cuadro se refuerza la vigencia y valorización de la manualidad, siendo la mano, en un gesto básico,. la protagonista de la obra. Después de una larga selección de fotografías tomadas personalmente en lugares de agua, comienza un trabajo que busca activar una contemplación reflexiva en torno a la obra y su proceso. Sucesivas capas de pintura se suman conformando un espesor liso, donde esa profundidad de color y la materialidad pictórica son finalmente el soporte mismo de la imagen. La representación, entonces, es de un corte de agua que actúa como espejo natural ampliado en escala uno a uno, reuniendo los colores del entorno y donde le espectador puede extender más allá de los límites del cuadro la imagen de un lugar ausente.
¿Qué te aleja y qué te acerca respecto a la pintura hiperrealista?
La percepción de la mirada lejana y la mirada cercana de mi obra es lo que me diferencia del hiperrealismo, mientras que mio acercamiento está dado por la realidad de los colores. el tema del paisaje activa en mi trabajo una transformación del modelo mismo, centrado en el proceso pictórico, que por sus características confunde al espectador en el "cómo" de la construcción de la imagen. Se percibe desde lejos casi como una fotografía , pero la relación cercana con el cuadro revela un tratamiento de planos recortados, geométricos, de gruesa materia, sobrepuestos a un fondo de aspecto casi inmaterial, lo que necesariamente pone en duda la representación pictórica.
Revista arte al Límite
Ed 30
A.L.C.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Eliana Simonetti, "Jardines celestiales"


La obra plástica de la artista chilena ha transitado de una estética objetual hacia la representación bidimensional de variadas imágenes y referencias que recolecta y colecciona.
En el proyecto iniciado a fines de los años 90, "Arbolario III" la artista trabaja en torno a la figura del árbol como metáfora de vida, abordando una estética que la relaciona con la tradición del barroco latinoamericano.
La obra de Eliana Simonetti se constituye a partir del concepto de saturación propio del barroco latinoamericano. El mestizaje de esta tendencia original de Europa con la cultura indígena en plena época colonial, se caracterizó por una saturación de información y por la acumulación de conceptos e iconos.
Esto ocurre especialmente en su ultima propuesta, "Arbolario III", que se entiende y aprecia a través de la decodificación de múltiples referencias que se entremezclan y se superponen sobre la superficie, configurando un todo cargado de simbolismo.
El proyecto que se exhibe desde el 10 de octubre al 18 de noviembre en el Museo de Bellas Artes de Santiago es la tercera etapa de una propuesta iniciada a fines de los años 90 y donde el árbol ha sido la figura central. En un primer momento, la artista realizó un mural hoy expuesto en la Estación Bellas Artes del Metro de esta ciudad, creado a partir de los dibujos donde diversos autores, incluidos niños y aficionados, estamparon su propia manera de concebir un árbol. Mientras que, en un segundo paso del proyecto, construyó cajas en las que guardó ensamblajes construídos por ella.
De una estética objetual, Simonetti recurre nuevamente en esta etapa al proceso de apropiación y recolección, reemplazando los elementos matéricos de antes por imágenes hechas a partir del recorte y digitalización de todo tipo de impresos: revistas, libros, publicidad, prensa, fotografías y tarjetas.
La artista formada en arquitectura y pintura en la Pontificia Universidad Católica de Chile, nos dice: "En mis obras utilizo una estética híbrida y barroca con una sobrecarga y saturación de imágenes de orígenes, épocas, y culturas diferentes. Es el legado del colonialismo cultural y religioso en nuestro continente y del mestizaje propio de nuestra identidad cultural".
Exceso de referencias
Simonetti utiliza el método de la apropiación de imágenes de diversos orígenes, recortes acumulados en un inventario y descontextualizados al ser sacados de su lugar de origen y reubicados en el lienzo. Estas imágenes son intervenidas y dispuestas de tal forma que logran un espacio único que relata una historia, con principio, desarrollo y fin. Son ciclos que se suceden al recorrer el laberinto en una permanente dialéctica en la búsqueda del paraíso perdido.
La obra plástica de esta artista invita a entrar en un mundo mágico donde se presenta el jardín celestial con la figura del árbol como actor principal. El árbol como metáfora de la existencia, nace, vive y muere; simboliza los ciclos vitales representados por los cambios vegetales.
"A través del árbol llegué a los jardines o edenes rodeados de cercas que protegían y vedaban el acceso a ellos, convirtiéndolos en parajes anhelados. Su simbolismo simultáneo como un paraíso terrenal y como el reino celestial, los convierte en principio y final. El árbol protagonista en ellos es el eslabón, el ciclo de la vida y de nuestro peregrinaje en busca del paraíso perdido y de la felicidad eterna", argumenta.
Con la acumulación y distribución de información visual sobre el soporte, Simonetti construye un laberinto. Es un proceso creativo que comienza con la disposición de imágenes sobre la famosa tela de lino de origen francés, toile de jouy, que recrea el clásico jardín europeo con paisajes bucólicos y de ensoñación. Luego, dispone sobre el lienzo el dibujo arquitectónico que simula un jardín mitológico y que añade la estructura de recorrido al aparente caos informático del collage.
Entonces, la artista ensambla estas imágenes que ya vienen cargadas de historias y significados, recomponiendo mundos posibles. Exceso de referencia: todos los elementos e conectan entre sí y dejan de ser un todo único e individual.
Es en este recorrido que ubica sus capillas-estaciones, suerte de santuarios que van marcando el recorrido en esta búsqueda; Simonetti va desde lo micro (referentes visuales) hasta lo macro (jardín mitológico).
La obra completa se basa en el intertexto, el ensamblaje de distintos referentes, tanto visuales como pictóricos. De la misma manera, elige sus materiales que coexisten, compiten y se potencian entre sí. Los recortes se conectan y forman, desde lo particular, un todo que a su vez representa una cantidad infinita de bagaje referencial.
Revista Arte al Límite
Ed 28
A.L.C.

viernes, 19 de septiembre de 2008

La poética


Los trazos de la pintura revelan la historia vivida, los sueños, frustraciones y alegrías intensas.
Dos colores, (el claroscuro) son las contradicciones propias del Ser, una dualidad que convive dentro de mi en un mismo rostro, el cual observa al espectador con mirada tranquila.
Hay secretos, es verdad, pero los hay incluso para la misma autora.
Quizás el descubrimiento a través de la pintura no termina cuando se deja el pincel.
La pintura como color, como luz hacia el interior, dando forma, materia y volumen por medio de la pasta y el arrebato del pincel.
Es el Ser al desnudo como excusa de modelo, un arquetipo clásico que servirá como punto de partida y soporte para la pintura propiamente tal.

El dibujo queda reducido a un segundo plano pero no se oculta, ni se olvida. Son las huellas del transitar, de la experiencia saboreada.

Es así como voy pintando, sacando, volviendo a pintar, desdibujando y rascando, para volver a dibujar por sobre la huella de la pintura y en este transcurrir pictórico donde la imagen va formándose de una historia (la veladura del antaño, el raspaje de las yagas) y donde el punto final es incierto, realmente no puedo determinar el descenlace de la imagen así como tampoco del transcurso que sucede en mi.

Busco al retrato como materia viva que siente, imagen de mi misma con cicatrices, huellas que me hablen de mi propio pasado. Es la pintura como piel o más bien, la piel como soporte pictórico.

En la superficie la imagen es reconocible, sometida a infinitos análisis, muchas caras y también opiniones. Es la imagen sumergida en un espacio escenificado dramáticamente.

El ocultarse tras el oleo, resulta un proceso lúdico y evasivo del estar y el no estar. El mostrarse, el representarse, el revelarse, desnudarse y registrarse. La seducción narcisista aflora, corrompiendo al Ego.

Contrastar el Yo con mi otro Yo, fuera de toda mentira para que la fusión se logre dentro del lienzo. Se fija en un instante con el trazado, la mirada, el alma; el oleo se encarga de cobijar aquello que trasciende la mera representación.

La interrogada soy yo. Sufro la agonía del no saber...me retrato a partir del silencio, de la humildad y la sencillez.

La imagen revela la identidad escondida a partir de otro lenguaje, el habla a través del gesto y el color. La imagen, el gesto, la mancha me bautizan en un terreno de sensaciones.

El aprendizaje comienza con el pincel. Me observo descarnadamente; si me miento mi pintura me delatará, si soy humilde pueda ser que sea la vía catártica donde mi piel revele la historia, mi propia dialéctica vital.

El autorretrato como mapa de mi propia existencia y siento la libertad, he delegado el Yo hacia un lugar de fantasías, colores y trazos, donde reina el silencio y junto con la paz, somos soberanas.